El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 21, 2006

PROLEGÓMENOS

(4.4.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Estamos recién en los inicios. En los prolegómenos del gobierno de Michelle Bachelet y ya se nota el rayado de cancha que hará la oposición. Uno tiende a pensar que la derecha no estaba preparada para una mujer presidenta. Una cosa eran las encuestas y hasta el resultado de la elección y otra verla en acción. Eso parece haber creado desconcierto. Y ya se ven los primeros finteos. Cosa curiosa, se dan en el terreno valórico.

Las discrepancias comenzaron por la “píldora del día después” y la “muerte digna”. Dos aspiraciones que la presidenta trató de impulsar cuando era Ministra de Salud, durante el gobierno de Ricardo Lagos. El mandatario de entonces prefirió evadir conflictos y archivó el proyecto de entregar la píldora en los consultorios públicos, incluida la defenestración del subsecretario del ramo. Y cuando se alzaron voces airadas señalando que la “muerte digna” era eutanasia disfrazada, Lagos optó por la retirada. Un esquive que, entre muchos, explica el 70% de apoyo con que terminó su mandato. Pero parece que la señora Bachelet no olvidó sus convicciones ni sus propuestas de campaña. Y ella ha dicho que cumple lo que promete.

Tal vez por eso, cuando fue entrevistada por el diario La Segunda, su ministra de Salud, María Soledad Barría, no dudó. Aceptó hablar de ambas ideas. Eso bastó. La Iglesia Católica y las corrientes políticas en que influye se dieron un festín. Se escucharon nuevamente las acusaciones respecto de lo abortiva que es la píldora. Y en cuanto a la posibilidad de que un enfermo terminal ejerza su derecho de evitar se le prolongue la vida artificialmente, de nuevo se agitó el fantasma de la eutanasia.

Dos temas valóricos. Como para poner a prueba a la mujer que es la primera presidenta en la historia de Chile. Curioso. No tanto que la Iglesia intente hacer valer derechos que cree tener sobre todos los habitantes del país. Finalmente, eso es sólo engolosinarse con el poder. Curioso que se trate de minar por esta vía la credibilidad de Bachelet. Pero más allá, el tema pone en el escenario una cuestión que se ha postergado: las definiciones valóricas. En esta materia, la Concertación ha sido maestra. Primero, el presidente Patricio Aylwin utilizó aquella frase de “justicia en la medida de lo posible”. Una contradicción, pero así es Chile. Luego, Eduardo Frei Ruiz Tagle ni siquiera se comprometió profundamente para desentrañar el misterio de la muerte de su padre, el ex presidente Eduardo Frei Montalva. Ricardo Lagos optó por dejar que las instituciones funcionaran. Al igual que sus dos antecesores, no avanzó en empujar a Chile hacia los nuevos desafíos. A asumir que el mundo cambió y, con ello, la visión moral de la sociedad. Es cierto, durante su gobierno se promulgó la ley que considera la posibilidad del divorcio. Pero hay que resaltar que Chile fue uno de los últimos países en reconocer la posibilidad de que el matrimonio no es para toda la vida. Y, más que eso, que la unión entre dos personas sólo puede mantenerse mientras ellas así lo deseen. Si se trata o no de un sacramento, depende de si profesan un determinado credo, pero tal concepción no tiene por qué aplicarse a todos los chilenos. No hay que olvidar que la Iglesia y el Estado se separaron en 1925. Gracias a la Constitución vigente desde ese año, Chile dejó de ser un estado confesional. Se transformó en laico.

El mundo ha cambiado bastante desde aquellos tiempos. Hoy, la gente quiere tener más injerencia en los asuntos que le atañen. Y los temas valóricos se encuentran en esa calidad. Si nos atenemos a las encuestas, que es la única forma de conocer posiciones -en un país en que nadie se atreve a plebiscitar cuestiones trascendentes-, una mayoría abrumadora está por el divorcio, el uso de anticonceptivos y a favor de la libertad para elegir una “muerte digna”. Incluso el 77,5% de quienes se reconocen católicos cree que la Iglesia debería cambiar su posición contraria respecto de los anticonceptivos. El 72,4% piensa lo mismo en relación al divorcio. La encuesta fue realizada por el Mercurio y la empresa Opina S.A., entre habitantes de Santiago. La jerarquía eclesiástica ha reaccionado severamente pero con algo de cautela. El cardenal Francisco Javier Errázuriz advirtió acerca de los “católicos a su manera”. Y los conminó a asumir la “responsabilidad de ser a su manera”.

Hasta allí, el tono es comprensible. La amenaza de una excomunión, por ejemplo, podría hacer pensar a algunos católicos. Pero ello no es aplicable al resto de los chilenos. Y es por eso que cuando se tratan temas valóricos como la píldora del día después o la muerte, uno tiene que remitirse al laicismo. Estamos en una Estado laico. Un Estado que vela porque todas las ideologías religiosas tengan cabida. Que ninguna imponga su mirada excluyente. Que cada chileno pueda tomar la decisión que estime conveniente frente a estos temas. Es, precisamente, el sentido laico el que hizo que el Consejo de Estado francés rechazara la prohibición de usar el shador y otros distintivos religiosos en escuelas públicas. Para ello se amparó en la calidad laica del Estado galo.

En Chile estas precisiones parece olvidarlas la Iglesia Católica. Intenta imponer su visión unívoca. Obligar a aceptar su verdad. Eso significa un atropello. Un atropello a la libertad de conciencia. Un atropello a la dignidad de las personas que, aparentemente, no pueden pensar por sí mismas ni siquiera frente a su propia muerte.

1 Comments:

  • At 7:50 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Hola...

    Me interesa tener información de la encuesta de El Mercurio y Opina S.A respecto al tema de los católicos y sus opiniones sobre el divorcio.

    Muchas gracias

     

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