El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

viernes, octubre 20, 2006

¿CUÁL DEMOCRACIA?

(30.1.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Cada cierto tiempo me siento tentado de preguntar: ¿De qué democracia me hablan? No porque esté mirando la parte vacía del vaso, sino sencillamente porque no entiendo. Es lo que me ocurre reiteradamente cuando el presidente George Bush trata de orientar al mundo acerca de la manera más adecuada en que los seres humanos debemos manejar nuestros asuntos.

Esta vez, la pregunta me asaltó luego de conocer las reacciones por el triunfo electoral del Hanakat al-Migawama al-islamiya (Movimiento de Resistencia Islámica), más conocido entre nosotros por la sigla Hamas. Personeros del gobierno norteamericano advirtieron de inmediato que con Hamas gobernando en los territorios palestinos, la relación se acababa. No era posible continuarla con un régimen sustentado en una fuerza política que “practica el terrorismo”. Y comenzó una intensa ronda conversaciones con aliados europeos para sumarlos a su posición.

Hamas ha declarado de manera constante que lucha por la destrucción del Estado de Israel, su vecino. Se trata de una organización islamista integrista, que nace como rama del grupo Hermanos Musulmanes, cuya base principal se encuentra en Egipto. Es creada por el Sheik Ahmad Yasín, en 1987. Opera fundamentalmente en los territorios de Gaza y tiene un fuerte contenido religioso. Yasín no pudo conocer el triunfo de su organización. Murió a los 67 años, el 22 de marzo de 2004, en un asesinato selectivo llevado a cabo por fuerzas militares israelíes. Yasín era un líder religioso que, desde los doce años, se encontraba confinado a una silla de ruedas.

Nacido en el pueblo de Majdel, debió huir de allí cuando lo ocuparon las fuerzas israelíes, en 1948, para crear el Estado judío. Es detenido por primera vez en 1984, acusado de tenencia de armas. Pasa un año en prisiones israelíes y es dejado en libertad gracias a un intercambio de prisioneros. Nuevamente lo detienen en 1989 y dos años más tarde lo condenan a prisión perpetua. Se le imputa responsabilidad en varios asesinatos de ciudadanos israelíes. Sin embargo, lo liberan en 1997, canjeado por dos agentes judíos acusados de matar a un líder de Hamas que residía en Jordania.

La historia del máximo emblema de Hamas está jalonada de violencia. Como ocurre con la relación política que han logrado establecer judíos y palestinos. Líderes de ambos sectores se han caracterizado por llevar adelante tácticas que más que el acuerdo político buscaban el sometimiento del interlocutor. En esta larga retahíla de brutalidad, Israel ha contado con el apoyo sostenido de los Estados Unidos. Los palestinos, por su parte, reciben el respaldo del mundo árabe y, mientras existió, tuvieron la colaboración de la órbita socialista.

A pesar de esta realidad cruel y a menudo inhumana, curiosamente palestinos e israelíes han ganado dos veces el Premio Nóbel de la Paz. En 1978, Mohamed Anwart el-Sadat, presidente egipcio, y Menahem Bejín, primer ministro israelí, se hicieron acreedores al galardón por alcanzar acuerdos auspiciados por Estados Unidos. Se pensaban que ellos serían la base para un entendimiento duradero. Luego, en 1994, nuevamente alcanzaron el reconocimiento del Nóbel de Las Paz, Simón Peres, Yasser Arafat y Yizhac Rabin. Como en la oportunidad anterior, el Premio no fue más que un hito en la carrera política de dos líderes laboristas judíos y del presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La paz aún espera.

Ante la nueva realidad política, el primer ministro israelí en funciones, Ehud Olmert, ha señalado que su país no mantendrá contactos con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), mientras Hamas no renuncie explícitamente a su objetivo de terminar con el Estado de Israel. Por supuesto, Olmert ha hablado de “la finalidad terrorista” de Hamas. Con seguridad, no desconoce que él reemplaza temporalmente en la jefatura del gobierno judío a uno de los políticos más duros en el combate a los palestinos. Ariel Sharon -hoy en estado de coma luego de sufrir un derrame cerebral masivo, el 4 de enero pasado- es sindicado como el responsable de una de las masacres de palestinos más brutales. El hecho ocurrió el 18 de septiembre de 1982, en los campamentos de Sabra y Shatila, en el Líbano. Sharon era el jefe de las fuerzas israelíes de ocupación, cuando milicianos cristianos libaneses, aliados de su país, perpetraron el atentado que costó a vida a más de tres mil civiles palestinos.

Estas son algunas de las consideraciones que me hacen preguntarme ¿De qué democracia me hablan? Porque se supone que este sistema político pretende representar el sentir del pueblo. Y si los palestinos quieren a Hamas en el poder, como los israelíes quisieron a Sharon ¿basta con esgrimir el argumento del terrorismo para impedirlo? ¿Por qué en un caso sí y no en el otro? ¿La democracia de que se ufana Estados Unidos es válida para todo el mundo?

Vemos lo que está ocurriendo en Afganistán, en Irak. Y las respuestas que han obtenido aquellos pueblos no parecen resultarles satisfactorias. Es posible que dentro de poco seamos testigos de nuevas aventuras en Irán o en Siria. ¿Servirá todavía el argumento de la democracia amenazada por el poder nuclear iraní? ¿De cuál democracia me hablan? ¿De la del poder en manos del pueblo o de aquella que permita apoderarse del negocio mundial del petróleo?