El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 21, 2006

UNA PRESIDENTA PARA CHILE

(16.1.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Michelle Bachelet (54 años, socialista, agnóstica, médico, con estudios de post grado en ciencias militares, divorciada, tres hijos) ha entrado en la historia de Chile. Es la primera mujer que ejercerá como Presidente de la nación en sus 195 años de vida republicana. Y lo hará con un fuerte respaldo ciudadano. Será el cuarto gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, con lo que, al terminar su período, esta coalición política habrá cumplido veinte años ejerciendo el poder. Sucederá en el cargo a Ricardo Lagos, mandatario que cuenta con 75% de aprobación ciudadana, según diversas encuestas.

Con algo más de un 53% de los votantes a su favor, Bachelet deberá enfrentar grandes desafíos. El primero, sin duda, convencer, con acciones, que su empatía con la gente no fue sólo un rol ejercido en tiempo de campaña. Y eso significa, entre otras cosas, imprimirle un sello de mayor sensibilidad social a la economía chilena. Tendrá que darle un papel de mayor realce a la mujer. Deberá enfrentar los problemas que presenta el panorama laboral chileno, en que la precariedad del empleo es una de sus características más preocupantes. Con seguridad, la urgencia de contar con políticas medioambientales fuertes y transparentes se hará sentir con fuerza en su cuatrienio. En especial por la implementación de megaproyectos mineros, acuícolas y agroindustriales. Su preocupación también la captará el requerimiento de que Chile ejerza algún liderazgo regional que vaya más allá de la presencia de inversionistas en países hermanos. Sin olvidar una atención privilegiada para la relación con nuestros vecinos. Como si todo ello fuera poco, la educación sigue siendo hasta hoy una tarea pendiente para la Concertación y sus gobiernos. La lista de retos es larga y pasa por la salud, que es un área que ella conoció de muy cerca en su paso por el Ministerio del ramo. Además está la previsión social y, en fin, una inserción cada vez más profunda de Chile en la economía internacional.

Todos desafíos que Bachelet tendrá que resolver en sólo cuatro años. Ella inaugura el acortamiento del período presidencial, que hasta ahora había sido de sexenios, con la excepción del Presidente Patricio Aylwin (1990-1994), que tuvo el carácter de mandato de transición entre la dictadura de Pinochet y la reinaugurada democracia chilena. En el ámbito institucional, la presidenta se verá obligada a trabajar duro para cumplir un compromiso que hizo posible su llegada al Palacio de La Moneda. Ella asumió reformar el sistema electoral, permitiendo una representación más realista del cuadro político chileno. El actual sistema binominal que rige en Chile beneficia directamente a los dos grandes bloques políticos: La centro izquierdista Concertación de Partidos por la Democracia y la derechista Alianza por Chile. El resto del espectro, independientes incluidos, queda sin posibilidad de opción. A todas luces, una deficiencia de la democracia, si por ella se entiende una representación proporcional de las líneas de pensamiento que coexisten en el país.

Hasta ahora, la Concertación ha justificado la mantención del sistema señalando no contar con los votos suficientes en el Parlamento para una reforma de esta naturaleza. A partir del mes de marzo, tal explicación dejará de tener validez, ya que poseerá mayoría en ambas cámaras. Y en caso de no alcanzar los quórum necesarios, al menos tendría que demostrar que tales resabios de la dictadura siguen en pie pese a su disposición de derribarlos. Este es un tema no menor. De hecho, si se lo enfrenta, pondrá a prueba la cohesión del conglomerado de gobiernos. Por lo visto hasta hoy, el sistema binominal ha favorecido ampliamente a los partidos que integran los dos grandes bloques. En otras palabras, la clase política en su conjunto se ha visto favorecida. ¿Estará dispuesta a terminar tal orden de cosas? Si es así, ¿el gobierno de Ricardo Lagos habrá sido el último que utilizó la política de los acuerdos? Porque esto de gobernar con previa aceptación de la oposición de derecha, es un ejercicio que aporta estabilidad política, pero ha generado hasta ahora un desbalance en términos de la repartición de la riqueza. Hoy, Chile encuentra entre las diez naciones que peor reparten sus ingresos en el mundo.

Todos estos temas exigirán un gran liderazgo de parte de esta mujer que se ha hecho conocida por su gestión al frente de dos ministerios, por su sensibilidad, por su compromiso ideológico que la llevó hasta a arriesgar la vida y por la fortaleza con que enfrentó tales desafíos. Pero respecto de su manejo político, poco se le conoce. Y es precisamente en ese rubro en el que tendrá que rendir los exámenes más duros en los próximos años.

Su liderazgo también será puesto a prueba en otros planos. La economía internacional aún no da visos de estabilizarse y es posible que ello no ocurra en el futuro cercano. El reacomodo de las fuerzas al interior de su coalición es otro reto pendiente.

Mientras tanto, Michelle Bachelet puede disfrutar de su triunfo. Un triunfo que ha permitido a la Concertación distanciarse un poco más de sus contrincantes de la derecha. Bachelet alcanzó dos puntos más que los logrados por el Presidente Lagos en el año 2000. Con eso se alejó siete puntos de su contendor, Sebastián Piñera. Todo un logro, en una sociedad ideológicamente partida casi por la mitad.