UNA PRESIDENTA PARA CHILE
(16.1.06)
Por Wilson Tapia Villalobos
Michelle Bachelet (54 años, socialista, agnóstica, médico, con estudios de post grado en ciencias militares, divorciada, tres hijos) ha entrado en la historia de Chile. Es la primera mujer que ejercerá como Presidente de la nación en sus 195 años de vida republicana. Y lo hará con un fuerte respaldo ciudadano. Será el cuarto gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, con lo que, al terminar su período, esta coalición política habrá cumplido veinte años ejerciendo el poder. Sucederá en el cargo a Ricardo Lagos, mandatario que cuenta con 75% de aprobación ciudadana, según diversas encuestas.
Con algo más de un 53% de los votantes a su favor, Bachelet deberá enfrentar grandes desafíos. El primero, sin duda, convencer, con acciones, que su empatía con la gente no fue sólo un rol ejercido en tiempo de campaña. Y eso significa, entre otras cosas, imprimirle un sello de mayor sensibilidad social a la economía chilena. Tendrá que darle un papel de mayor realce a la mujer. Deberá enfrentar los problemas que presenta el panorama laboral chileno, en que la precariedad del empleo es una de sus características más preocupantes. Con seguridad, la urgencia de contar con políticas medioambientales fuertes y transparentes se hará sentir con fuerza en su cuatrienio. En especial por la implementación de megaproyectos mineros, acuícolas y agroindustriales. Su preocupación también la captará el requerimiento de que Chile ejerza algún liderazgo regional que vaya más allá de la presencia de inversionistas en países hermanos. Sin olvidar una atención privilegiada para la relación con nuestros vecinos. Como si todo ello fuera poco, la educación sigue siendo hasta hoy una tarea pendiente para la Concertación y sus gobiernos. La lista de retos es larga y pasa por la salud, que es un área que ella conoció de muy cerca en su paso por el Ministerio del ramo. Además está la previsión social y, en fin, una inserción cada vez más profunda de Chile en la economía internacional.
Hasta ahora, la Concertación ha justificado la mantención del sistema señalando no contar con los votos suficientes en el Parlamento para una reforma de esta naturaleza. A partir del mes de marzo, tal explicación dejará de tener validez, ya que poseerá mayoría en ambas cámaras. Y en caso de no alcanzar los quórum necesarios, al menos tendría que demostrar que tales resabios de la dictadura siguen en pie pese a su disposición de derribarlos. Este es un tema no menor. De hecho, si se lo enfrenta, pondrá a prueba la cohesión del conglomerado de gobiernos. Por lo visto hasta hoy, el sistema binominal ha favorecido ampliamente a los partidos que integran los dos grandes bloques. En otras palabras, la clase política en su conjunto se ha visto favorecida. ¿Estará dispuesta a terminar tal orden de cosas? Si es así, ¿el gobierno de Ricardo Lagos habrá sido el último que utilizó la política de los acuerdos? Porque esto de gobernar con previa aceptación de la oposición de derecha, es un ejercicio que aporta estabilidad política, pero ha generado hasta ahora un desbalance en términos de la repartición de la riqueza. Hoy, Chile encuentra entre las diez naciones que peor reparten sus ingresos en el mundo.
Su liderazgo también será puesto a prueba en otros planos. La economía internacional aún no da visos de estabilizarse y es posible que ello no ocurra en el futuro cercano. El reacomodo de las fuerzas al interior de su coalición es otro reto pendiente.
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