El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 21, 2006

SCHAULSOHNADAS

(28.2.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

En esta época de festival, aquí es costumbre escuchar liviandades. Es la farándula que se toma los espacios comunicacionales y hace de todo Chile una gran platea. Por lo tanto, los temas a tratar caen bajo el nivel de flotación que pone el fútbol. Y eso es mucho decir, pero es así. Sin embargo, el momento permite abordar tópicos que en otras circunstancias tal vez pasarían inadvertidos o uno los dejaría correr como agua contaminada.

El domingo 5 de febrero, el diario la Tercera publicó una entrevista a Jorge Schaulsohn. El periódico, aparentemente, quería su opinión acerca del gabinete que acompañará a la presidenta Michelle Bachelet. Y Schaulsohn, aparentemente también, estaba interesado en mostrarse después de una desafortunada participación electoral y de la ausencia de su nombre en la nomina ministerial. Las preguntas fueron incisivas y las respuestas contundentes. Un resumen apretado sería decir que Schaulsohn salió en defensa de los partidos políticos. Hizo un reiterado rayado de cancha para la presidenta, que ha declarado sin ambages que no fue candidata de las cúpulas partidistas de la Concertación.

Desmenuzando contenido, Schaulsohn protesta por un supuesto ninguneo que la presidenta ha hecho a los Partidos. Recurriendo a argumentos variados, el resumen es: En Chile se está creando una cultura anti partidos políticos, que es una amenaza para la democracia. Con matices de profundidad diversa, sugiere que Chile no tendría Presidenta si no es por los Partidos. “La Concertación se sacó la cresta por Bachelet en la segunda vuela, que es donde se ganó la elección”. Y en una arrebatadora demostración de desprendimiento, señala que el gabinete que acompañará a Bachelet es de calidad. Claro, le extrañan las ausencias de personajes como Sergio Bitar y Víctor Barrueto, militantes del PPD, como él. Pero nada más.

La verdad es que las palabras de Schaulsohn explican por qué la gente coloca a los partidos políticos con la Justicia y del Parlamento, entre las instituciones más desprestigiadas de Chile. Es cierto que los partidos políticos son la base de la democracia. Pero partidos políticos, no bolsas de trabajo. Estas últimas también pueden ser la guillotina que le corte la cabeza a la democracia.

Schaulsohn es un destacado militante del Partido por la Democracia (PPD). Destacado, porque ha ocupado diversos cargos directivo dentro de la colectividad y hasta fue, por un período, uno de sus representantes en la Cámara de Diputados. En la última elección municipal, el Partido lo levantó, contra viento y marea, como candidato a alcalde por la comuna de Santiago –que él representó en el Congreso. Allí fue derrotado por Raúl Alcaíno, una figura de la tele y delfín de Joaquín Lavín. Pese a las desventuras, él nunca ha dejado de pontificar acerca de la GRAN POLÍTICA. Está convencido de que sus ideas son aportes sustanciales a la modernización de la política chilena. La verdad, son ideas bastante conocidas. Se ubican en la corriente neoliberal que existe en la social democracia, especialmente en el primer mundo, con adalides como Blair, Clinton, Prodi, Schroeder, González y otros. Tiene una mirada contraria al Estado de Bienestar o que se le ponga acento social a un programa de políticas públicas. Para él, la política es un juego de tácticas que no reconoce límites ideológicos. De allí que, junto a Andrés Allamand y algunas otras figuras de la Concertación y la derecha, acaricien la utopía de un Partido moderno, que aglutine a un gran conglomerado de electores.

Una idea que no tiene por qué sorprender. Pero que ubica a su responsable en el área más pragmática. Hasta eso no tendría por qué ser criticable, siempre y cuando uno encontrara, en el fondo, un compromiso verdadero con el interés general. No sólo la defensa de ventajas menores. La búsqueda del poder personal no puede disfrazarse. En política, el travestismo se nota. Los lobbistas y los oportunistas no pasan inadvertidos. Schaulsohn tiene su historial en tales escenarios. La más conocida la pueden contar patriarcas del radicalismo. Esos mismos que lo echaron del Partido, porque traicionó a la dirigencia de la época para formar parte de la directiva del PPD, como su primer secretario general. Son historias de guarda la memoria política y que uno las recuerda cuando aparecen estos catones. Individuos que, a diferencia de Marco Porcio, el Antiguo y el Censor, no tienen el respaldo de una obra que les permita marcar pautas de conducta política.

Seguramente el moderno Schaulsohn no se ha dado cuenta de que en una democracia como la chilena, los resultados electorales -sobre todo los de las presidenciales- pasan por canales distintos a los de los Partidos. Especialmente de los de los Partidos de la Concertación. Ahí, por la inoperancia de algunas colectividades y por el aprovechamiento de otras, la ciudadanía se encuentra prisionera. Y sólo eso explica que sea la izquierda extraparlamentaria la que en las dos últimas elecciones permita que la Concertación siga gobernando. A mí me preocuparía que cada vez que ha ido un candidato presidencial no democratacristiano, la votación ha sido muy similar a la que se logró en el plebiscito de 1988. Que todavía sea el inconsciente colectivo el que permita otro gobierno concertacionista, no habla de partidos garantes de la democracia. Habla de una cáfila de dirigentes que les importa un bledo el interés general y mucho la cuota de poder pequeño.

¿Bachelet será capaz de sortear las presiones partidistas? La amenaza de que las cuentas se pagarán en el Congreso –donde los Partidos de la Concertación tienen mayoría- ya ha sido lanzada. El propio Schaulsohn hace una velada referencia a aquello. ¿Será sólo otra schaulsohnada?