El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 28, 2006

¿SABRÁ DIOS?

(31.7.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Desde hace ya demasiado tiempo, los seres humanos intentan desconcertar a Dios. Autoproclamados sus representantes, eliminan a quienes se niegan a aceptar la buena nueva o, peor aún, asumen que ellos son los verdaderos enviados del Padre a la Tierra. Es lo que se llama fundamentalismo. Pero, en realidad, no es más que un sucio juego de poder muy terreno, en el que Dios es casi un aditamento.

En el Medio Oriente, la historia viene escribiéndose así desde milenios. Y hoy, en medio de la globalización y del orgulloso avance tecnológico, las masacres por motivos sectarios continúan. En la madrugada del domingo 30 de julio, 57 libaneses fueron asesinados. Estaban en su camas, en la ciudad de Qana, Sur del Líbano. Entre los muertos, 34 eran niños. Sus vidas fueron segadas por bombas israelíes. Las mismas que ya han matado a más de trescientos civiles. Las explicaciones de Tel Aviv se limitan a decir que los muertos estaban en el lugar equivocado, porque sus bombas no se equivocan. Ellas buscaban militantes de Hizbulá, la guerrilla islámica chiíta que se opone a la existencia del Estado judío. Y sus argumentos los respalda también con ataques indiscriminados. Con menos poder destructivo, es cierto.

Las reacciones han menudeado. Una vez más, esa entelequia que denominan la comunidad internacional se ha mostrado horrorizada. La Organización de Naciones Unidas llamó a la mesura a Israel y condenó la matanza. Otro tanto hizo la Comunidad Europea. El presidente de USA, George Bush, sugirió que las tropas judías debían “tener más cuidado”. En resumen, las bombas siguen cayendo. En el Líbano y en distintas ciudades israelíes.

Curiosa situación. Israel no está en guerra con los libaneses, pero ataca su territorio. Las tropas del Estado árabe carecen de fuerza para responder. Y el mundo tiene que asumir que en este planeta híper civilizado, el que tiene el poder manda cómo se le ocurre. En Medio Oriente, Israel no tiene contrapeso. Incluso se señala que ya cuenta con armamento nuclear. En cualquier caso, la tecnología militar que ostenta es de punta. En su mayoría, de procedencia estadounidense. Israel es el aliado más leal de los Estados Unidos en esta región rica en petróleo.

Pese a quienes sostienen que la lucha de clases nunca existió. O, dicho de manera más rimbombante, que la historia ha terminado, las diferencias persisten. Si bien uno puede estar tentado de darle la razón a Francis Fukuyama en que la lucha ideológica concluyó con el triunfo aplastante del capitalismo, la porfiada realidad se niega a que le tuerzan la nariz. Hoy el mundo no está partido entre capitalistas y comunistas, es cierto. También es cierto que aún no aparece un sistema alternativo a la economía neoliberal. Pero la Humanidad sigue dividida. Ahora es entre globalizados y globalizadores o entre colonizados e imperialistas. Cualquiera sea la denominación que oculte la separación brutal entre ricos y pobres.

Sólo así se explica lo que se está fraguando en el Medio Oriente. A la destrucción de Líbano hay que sumar la ocupación de Irak. También las tensiones crecientes con Irán y los mensajes cada vez más fuertes que recibe Siria. El pecado de Irán es querer desarrollar tecnología nuclear para usos pacíficos. La “comunidad internacional” ve en ello una amenaza. El fundamentalista Irán convertido en potencia nuclear podría ser una catástrofe. Pero nada dice que Israel ya es una amenaza nuclear y su elevada sofisticación militar genera un claro desbalance en la zona. Los cargos contra Siria son el apoyo que presta a Hizbulá y a la resistencia irakí. En resumen, se trata de someter a toda una región a los dictados civilizadores de Occidente. O sea, de los Estados Unidos de América.

A fines de la semana pasada, el presidente venezolano Hugo Chávez llegó a Teherán. El líder iraní, Mahmoud Ahmadinejad, lo recibió como a un hermano, literalmente. ¿Qué tiene que ver Chávez con Ahmadinejad? ¿Qué tiene que ver Venezuela y sus problemas con Irán y sus problemas? Fuera de ser ambos países subdesarrollados productores de petróleo, poco. Ahmadinejad es un devoto musulmán de línea tradicionalista y Chávez es un católico poco observante. En términos políticos, las revoluciones que ambos pretenden encabezar van hacia polos diferentes. El venezolano intenta lograr mejores condiciones de vida para su pueblo, sin renunciar a la visión occidental. Para alcanzar tal meta vuelve la mirada hacia Simón Bolívar y su sueño de una América integrada y poderosa en la unidad. El presidente iraní, en cambio, busca cerrar el paso al modo de vida occidental y volver a las raíces más puras de la tradición islámica. Sin embargo, hay un factor que los une: ambos están amenazados por los Estados Unidos. Son disidentes. Rechazan las imposiciones de Washington.

Chávez va a buscar resonancia en el Medio Oriente. Es una jugada audaz, pero le está dando frutos. Así está de globalizado el mundo. Y sus palabras en Irán, con seguridad no caerán en oídos sordos. “Israel -dijo- está perpetrando los mismos actos contra los libaneses que Hitler perpetró contra los judíos. Mata a niños y a cientos de civiles inocentes”. Duros términos. Pero más dura es la guerra que troncha tantas vidas de criaturas.
¿Sabrá Dios que todo esto se hace en su nombre?