El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 28, 2006

LOS PINGÜINMOS ENFRÍAN EL AMBIENTE

(5.6.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Han sido sólo dos semanas. Han parecido meses. Tal vez porque estábamos estrenando un gobierno y nadie esperaba que la primera presidenta chilena tuviera un aterrizaje así de forzoso. Pero los procesos sociales no son como las golondrinas. Se vienen cuando menos se los espera. Y son capaces de sorprender, sobre todo cuando pocos los quieren ver. Eso es el paro de estudiantes secundarios. Que hoy aglutina también a los universitarios y hasta algunos de educación primaria, con el permiso de sus papás.

En una nota anterior sostenía que los estudiantes fueron capaces de cuestionar a todo un sistema. A un esquema social que permea todas las actividades de la nación. Incluso que la dota de parámetros morales. Que la presiona en acciones como la competencia y el individualismo, que enferman a una buena cantidad de chilenos. Y que, en definitiva, lanza el mensaje que los tiempos de la felicidad pasaron, hoy se impone la búsqueda del éxito. O sea, retribución en dinero y lo más pronto posible. Pero los chiquillos han dado en estos días muestra de que siguen siendo generosos. Incluso, escuché a alguno que se atrevió a decir que estaba seguro de que la educación reformada él no la vería. Pero luchaba para que sus hijos pudieran disfrutarla. Esperanzador, diría.

Frente a esto, en cambio, se vuelven a ver las mismas actitudes de siempre. No sorprenden, pero a mí, al menos, me llamó la atención que a ellas se sumara la presidenta Michelle Bachelet. No tenía para qué hacerlo. Optó por golpear la mesa con ese tono maternal que tiene, pero igual hizo tambalear los peones del ajedrez. Cuando se estaba en plena negociación, al más puro estilo de su antecesor, dejó sin piso al ministro de Educación, Martín Zilic. Hizo su ofertón y se permitió decir que ello no significaba que se terminaran las negociaciones, pero que el gobierno había dicho la última palabra. Por lo menos, una flagrante contradicción. A no ser que quiera dialogar con los estudiantes de otras materias para ver si evita desencuentros en el futuro.

¿Qué ofreció el Gobierno, en realidad? Primero, aumentar a 200 mil las raciones alimenticias para los escolares en el 2006. Y elevar éstas a 300 mil, en el 2007. Reparar –yo diría adecentar- 520 establecimientos educacionales en sus baños y casinos. Y dotar de nuevo mobiliario a 1.200. El fisco se hará cargo también de prácticas pagadas para jóvenes que egresan de liceos ténico-profesionales. Uso del pase escolar las 24 horas del día, los siete días de la semana. Finalmente, gratuidad de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) para el 80% de los jóvenes egresados de la Enseñanza Media. El resto de la oferta tiene que ver con la calidad de contenidos y de sistema educacional. Es a largo plazo y con difíciles negociaciones políticas que pueden llevar todo a nada. Y en ello, lo más destacado es lo que se refiere a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). Respecto a esto último, la presidenta explicó que no significaba revisar siquiera la libertad de enseñanza. Un mensaje dirigido a la derecha, socia indispensable para ser coherente con la democracia de los consensos que existe en el país.

Vale la pena mirar con detención lo que ofreció Bachelet. Me parece que si se aumentan las raciones alimenticias es porque eran claramente insuficientes. Sobre todo que el año próximo prácticamente se triplicarán las que se entregan hasta ahora. ¿Era necesario un paro para conocer esta realidad? ¿No había que hacerlo de todas maneras y eso lo sabían los responsables de la educación chilena? Por lo tanto, sacar esto a colación frente al movimiento estudiantil es aceptar que en Chile las cosas se hacen bajo presión o no se hacen. Y eso puede llamarse de muchas maneras, pero no gobernar eficientemente. Se arreglarán 520 establecimientos educacionales. Poco que ver con la huelga. Aunque los chilenos tenemos que agradecer a ésta haber podido conocer las asquerosas condiciones en que deben cumplir sus necesidades fisiológicas buena arte de nuestros jóvenes. ¿Si los muchachos no salen a las calles, no se habrían arreglado colegios? Qué vergüenza que para que estudiantes chilenos puedan defecar tranquilos, seiscientos mil de ellos hayan tenido que presionar a un gobierno exitoso como el nuestro. En cuanto al pase escolar, sería gratuito. Pero sólo el cartón, el plástico, el pasaje mismo tendrá que ser pagado, porque su costo es “descabellado”, según el ministros Zilic. La presidenta fue más cauta y habló que algo más de US$ 130 millones anuales. Y como le gusta hacer parábolas, habló de que tal suma significaría varios miles de casas sociales. Por lo tanto, imposible. Dijo, sí, que se entregaría un subsidio a las familias más pobres. No entró en detalles. Y, como se ven las cosas, la locomoción no es sólo el problema de los más pobres, sino de un porcentaje elevado de hijos, incluso de la clase media. En lo de la PSU, tiene razón la jefe del Estado, al igual que en las prácticas pagadas para los jóvenes técnicos. Son buenas soluciones.

De cualquier manera, cuando se hacen comparaciones, uno espera que sean realmente aportadoras, porque sientan parámetros. Pero en el caso del pase escolar y las casas sociales, al menos yo, me quedé una sensación rara. ¿Cuántas casas sociales se quedan sin construir con la compra de un solo avión F-16? ¿Y cuántas con un tanque Leopard, de esos que comparemos cien en Alemania? ¿Y cuántas con las fragatas y submarinos que están llegando para la Armada? Y no voy a referirme al satélite militar-civil -no es chiste, así lo han definido las autoridades- que el Estado chileno comprará a Francia en US$ 40 millones ¿Le preguntaron a usted si estaba de acuerdo? Y nadie advirtió que todos estos artilugios bélicos se adquirirían dejando de lado a la gente que necesita viviendas.

Creo que son estas pasadas a llevar las que ayudan a incoar las protestas. Que después la señora Bachelet tire el mantel, es otra cosa. Pero eso también aburre. Porque es lícito que uno se pregunte si la seguridad es más importante que la educación. O si un país está más seguro con cañones o con tipos que pueden mirar la vida con la tranquilidad de un intelecto bien provisto. Porque lo otro sólo le servirá para estar transido de miedo observando a los vecinos como si fueran enemigos. ¿Tal vez a alguien le interesa que así sea?