El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, octubre 28, 2006

PUENTES CORTADOS

(14.8.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Este agosto se inició como un mes verdaderamente temible. En él culminaban una serie de episodios con arrastre. Y lo escuchado y visto en estas dos semanas ha tenido el efecto de bencina sobre los rescoldos. La imagen del puente de Chiloé esfumándose cual Caleuche en la bruma de los millones de dólares, fue una metáfora. Otros puentes que se derrumbaban hablaban claramente de período políticos apocalípticos. Casi algo así como el fin de los tiempos.

Ya parece estar claro que la Concertación de Partidos por la Democracia entró en etapa de definiciones profundas. Las grietas han empezado a notarse más porque este período presidencial es de sólo cuatro años. Y todos están en campaña. Si uno trata de ser objetivo, tendrá que llegar a la conclusión de que el desgaste era previsible. Que ninguna coalición puede durar eternamente. Que ningún organismo -social o biológico- escapa al desarrollo. Y éste termina en la desaparición para un reinicio en otra entidad. El problema es que para los creyentes ese lapso lo determina Dios. Y para los no creyentes, las leyes naturales. En realidad, en cuanto a efectos prácticos, ni unos ni otros saben a ciencias ciertas de qué están hablando. Y la vida de un organismo sigue sus propios parámetros.

En todo caso, las tensiones parecen llevar a la Concertación a sus días finales. Si uno escucha cómo han aflorado las diferencias entre los Partidos que la conforman, la presidenta Bachelet podría ser quién pusiera la lápida a esta experiencia política que le ha dado gobernabilidad a Chile en los últimos dieciséis años. ¿Pero serán así las cosas? Estoy por pensar que las tensiones se terminarán cuando se sepa que el próximo candidato presidencial será democratacristiano. ¿Y dónde quedarán las diferencias profundas entre el Partido Socialista (PS), el Partidos por la Democracia (PPD), el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) y la Democracia Cristiana (DC)? En el limbo de las utopías. El pragmatismo, que convirtió a los Partidos en bolsas de trabajo, las hará desaparecer. ¿También las diferencias valóricas? Sobre todo esas, que son las que menos molestan para cuadrar los balances del poder. Si no le ha quedado claro, hay que escuchar a Sergio Bitar, presidente del PPD. Está convencido de que Ricardo Lagos no debe ser candidato presidencial el 2010 –“pese a ser el mejor presidente que ha tenido Chile en su historia”, él lo dijo. Y se muestra de acuerdo conque el abanderado concertacionista sea un democratacristiano. ¿Entiende?

Los más optimistas creen que la vida de los partidos políticos como se la conoce hoy, ha llegado a su fin. No sólo para los de la Concertación. La Alianza por Chile cruje más que un bergantín. Con el agravante de que en el juego democrático hace mucho que la derecha no saca el boleto ganador. Y su vida sería aún más difícil si no existiera el sistema binominal. De allí que las descalificaciones a Sebastián Piñera continuarán. Hay que sacarlo del juego. En resumen, la política chilena es un escenario de puentes cortados que se reconstruyen con algunas gotas de poder. Existen, sí, ciertas decisiones que habrá que tomar. Se tendrá que decir algo respecto del sistema binominal. Y la presidenta Michelle Bachelet no ha olvidado sus promesas. Pero ella sabe que cualquier cambio en ese campo amenaza el statu quo. Y eso significa que varios de los parlamentarios concertacionistas verán amagadas sus posibilidades de seguir en el Congreso. Me parece que la presidenta, sin dejar mal a nadie hasta el momento, planteó la posibilidad de un plebiscito. Claro, este tema no es vinculante. Por más que el cambio al sistema binominal gane en el veredicto popular, la derecha puede decir que no. Como los quórum son elevados y la Concertación no cuenta con los votos suficientes, las cosas seguirían como hasta ahora. O sea, otra de las grandes obras del ex Presidente Ricardo Lagos, tampoco fue tal. Su reforma a la Constitución que nos dejó la dictadura, fue sólo maquillaje en algunas cuestiones fundamentales. Por más que su augusta firma reemplace la firma del otro Augusto al pie de la Carta Fundamental.

De cualquier manera, la postura asumida por Bachelet demuestra coherencia. No le bastan las promesas. Aunque está por verse si la política chilena se encuentra en condiciones de avanzar hacia nuevos territorios de democracia. Por lo que se ve hasta el momento, parece que no. Una demostración de ello es el malestar que cunde en el interior de algunas colectividades, de la Concertación y de la derecha. Malestar por la falta de transparencia. Y porque algunos todavía piensan que los Partidos son algo más, mucho más, que bolsas de trabajo. Si no cree, pregúntele al diputado Álvaro Escobar. Renunció al PPD hastiado por la forma de hacer política. Cansado de decisiones que intentaban imponerle sin siquiera discutirlas ampliamente. Y, mal que mal, él creía que se debía a sus electores. Estamos hablando de una de las grandes votaciones de la última elección parlamentaria. Desde lejos, uno piensa que si eso le pasa a un personaje que tiene gran respaldo ciudadano, ¿qué ocurrirá con el ciudadano común? Seguramente, si la presidenta Bachelet llama a plebiscito y la reforma al binominalismo gana, no pasará casi nada. Lo único es que se derrumbaría el débil puente que aún une a los políticos con la masa ciudadana. ¿Será capaz la Presidenta de jugar esa carta? Veremos.