CHUPASANGRE
(28.8.06)
Por Wilson Tapia Villalobos
La verdad es que, como ocurre habitualmente en los medios de comunicación chilenos, la discusión se ha farandulizado. Debo asumir que no estoy seguro que Escalona haya hecho todo sólo para meter ruido y lograr atención mediática. En dieciséis años no se le había conocido un ataque de ideologismo de tal magnitud. Pero, nuca es tarde. Aún así, me parece que el tema da para algo más.
Desde luego, surgió un airecillo de tensión que partió de lo más sereno del establishment. Puede que alguno hasta se sintiera identificado con el fondo de lo dicho por Escalona. Pero la forma, caramba..... Incluso, uno de los principales responsables del rechazo, el senador derechista Andrés Allamand, llegó a afirmar que las palabras de Escalona hacían recordar el pasado. Y sus funestas consecuencias, obviamente. No pude sino encontrarle razón. Los términos eran parecidos a los que se usaban durante la batalla oral que precedió al golpe militar. Me pregunté, claro, si Allamand habría ido ya a golpear las puertas de los carteles. Me tranquilicé. Los tiempos han cambiado, pensé.
¿Han cambiado? Sí. El mundo es distinto. La globalización y toda su secuela de formas de intercambio, de impactos a través de un efecto de demostración amplificado, la supresión y reemplazo de valores, la manipulación comunicacional masiva, etc., etc. ¿Pero y los problemas de fondo? Ahí están, pues. El mundo continúa dividido entre ricos y pobres. No hablaré de explotados y explotadores, porque esa es una categoría que, nos han convencido, desapareció con los socialismo reales. Bueno, digamos, entonces, que el planeta se divide entre globalizados y globalizadores. Los primeros somos nosotros, los que dependemos de la tecnología de otros. El mundo de los globalizados es el territorio donde las transnacionales hacen sus buenos negocios. Y los globalizadores son los dueños de la tecnología y de las transnacionales.
Así y todo, lo que dijo Escalona resulta inconcebible. No debe decirse. Ya el diario El Mercurio lanzó varias noticias que recogían opiniones de dirigentes empresariales que, en la mayoría, no identificaba con nombre y apellidos. Todos coincidían en lo desafortunado que había estado Escalona. En lo fuera de lugar de sus expresiones. Especialmente si se considera que las propaló en un país en el que los conflictos sociales parecen haber desparecido. Y que cuando existe alguno, como en la minera Escondida, el propio diario de marras se encarga de mostrar titulares impactantes. Los mineros del cobre chilenos están entre los mejor pagados del mundo. Por una omisión que debe atribuirse al descuido, no habla de que las cupreras que operan en territorio nacional logran las mayores utilidades a nivel planetario.
Pareciera que las organizaciones empresariales están preparándose. Hicieron saber su malestar por la violencia verbal. Y adelantaron su incomodidad por lo que han denominado efervescencia social. Aún no pasa nada. Sin embargo, los gremios de la salud, los profesores, los funcionarios públicos, los estudiantes, anuncian movilizaciones para septiembre u octubre. Y esto, naturalmente, perjudica a la inversión. Lo único que la alienta es la modorra social. O sea, como diría Escalona, no se les ocurra contradecir a los chupasangre.
De cualquier modo esto ha traído algo positivo. La seguridad ciudadana -o sea el terror a la inseguridad frente a la delincuencia- ha dejado la primera plana de los periódicos y no consume la mayor parte de los noticiarios de la TV. Sé que es una cuestión coyuntural. Mi optimismo no me obnubila.
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