El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

sábado, diciembre 16, 2006

LAS PLATAS MANDAN

(4.10.06)
Por Wilson Tapia Villalobos

Hoy, más que nunca, es cierto aquello de que las platas mandan. Hasta en el póquer es “plata o plato”. Y en política pasa otro tanto. La ley de presupuesto para el 2007 le ha permitido a la presidenta Bachelet recuperar la iniciativa. Es posible que sea por poco tiempo, pero es la primera vez que en sus cortos meses de mandato puede disfrutar de algo de paz y ver como sus contrincantes retroceden.
Hasta ahora, entre la oposición externa y la oposición intra Concertación, se las habían arreglado para que Bachelet o estuviera paralizada o se mantuviera a la defensiva. Ejemplos hay varios. Está el caso de Venezuela. Sin ir tan lejos, la discusión por temas valóricos. También la pretensión de la Iglesia Católica de transformarse en árbitro social. Y no se puede olvidar la intención de la derecha de erigirse en vocero de los sectores más maltratados salarialmente. En fin, toda una batería de herramientas para generar problemas al gobierno que, por primera vez en Chile, encabeza una mujer.
Este último punto no es menor. Obviamente no es el elemento que determina la actividad opositora. Ésta tiene como orientación básica alcanzar el poder. Sin embargo, el hecho de que Bachelet sea señora y no caballero, es un plus que ni siquiera la senadora Soledad Alvear está dispuesta a desaprovechar. Todo vale para coronar exitosamente sus intenciones de llegar a La Moneda lo más pronto posible.
En eso estábamos cuando la Presidenta sacó su proyecto de presupuesto 2007 y lo presentó al Congreso. El ministro de Hacienda, Andrés Velasco, fue el encargado de hacerlo público. Pero nadie puede dudar que las directrices pertenecen a lo que Bachelet prometió en su campaña. No es casual que el presupuesto considere un 68% de su contenido destinado al gasto social. Tampoco es casual que el aumento del 8,9% sea el más alto de los gobiernos de la Concertación, junto con el del segundo año de Patricio Aylwin. Entre aquel y éste hay varias diferencias, es cierto. Hoy no hay ninguna imagen que borrar. Por el contrario, Bachelet podía haberse dado el lujo de seguir en la misma senda que marcara su antecesor.
Claro que había otras consideraciones que no era posible pasar por alto. La primera, que la presidenta necesita, de manera urgente, recuperar la iniciativa. Y hacerlo sin renunciar al estilo matriarcal que ha impuesto. Es decir, firmeza en las convicciones, pero sin espíritu confrontacional y buscando la inclusión. Algo así como abrir caminos a la participación, sin que nadie se atosigue con la novedad. Porque al parecer los chilenos recién están despertando del letargo autoritario y todavía no digieren bien que su destino les pertenece.
Otra consideración importante es que para el 2007 se calcula que el superávit fiscal alcanzará a la nada despreciable suma de US $20 mil millones. Una cifra difícil de dimensionar en pesos. Pero baste decir que representa más de la mitad del total del presupuesto del año próximo. Como si esto fuera poco, se calcula que en el 2007 el precio del cobre seguirá cercano a los US$3 la libra y los combustibles, que son el talón de Aquiles de la economía chilena, experimentarán una baja, aunque no sustantiva.
Finalmente, una tercera consideración se refiere a que los gremios parecen estar despertando. Aunque los trabajadores chilenos carecen de organizaciones fuertes, se constatan manifestaciones de que se estarían encantando nuevamente con aquello de: la unión hace la fuerza. Y las paralizaciones en servicios estatales parecen marcar una tendencia que difícilmente podrá ser ignorada. Agreguemos que también en la minería privada ha habido movimientos que resultaron victoriosos. Eso no hace más que generar un efecto demostración que provocará tensiones sociales. En resumen, es posible que la democracia de los acuerdos, que se impuso a partir de los ´90, tenga que considerar a un nuevo actor hasta ahora ignorado: los trabajadores.
Todos estos elementos hacen que el primer presupuesto de la Presidenta Bachelet sea interesante. Nadie puede negar su clara intencionalidad social. Para la derecha, incluso, el presupuesto es asistencialista. Sus personeros hubieran preferido que los nuevos recursos presupuestarios se destinaran a estimular el empleo vía baja de impuestos, por ejemplo. Una vieja aspiración que, generalmente, es presentada como sensibilidad por la carga tributaria que debe enfrentar la clase media. Se trata, en realidad, de una semi verdad, ya que el objetivo central sería lograr bajar los impuestos sobre las utilidades de las empresas. Esa parece ser la varita mágica para aumentar el empleo. Pero como en todas las propuestas sobrenaturales, no hay comprobación experimental. Las veces que se ha aplicado aquí, ha sido un estímulo a la concentración de la riqueza y no una señal que lleve a repartir beneficios vía mejores salarios.
Para la Comisión Económica del Partido de la Presidenta, el Socialista, la avaricia con que trata los recursos el ministro de Hacienda no se compadece con la situación real del país. Los miembros de esa Comisión creen que está bien ser cuidadoso. Pero estaría mal asumir lo que llaman una “sobre responsabilidad fiscal”. Así denominan el “juntar plata para el desarrollo de otros países, que son los receptores de nuestros créditos, en circunstancias que estamos lejos del umbral del desarrollo”. En cambio, estos socialistas piensan que no estaría mal destinar algo de esos US$20 mil millones a inversiones que siempre han sido postergadas por falta de plata. Entre ellas, el complejo hospitalario de la zona Oriente de Santiago; embalses que hace años esperan financiamiento en Obras Públicas; aportar recursos para terminar con las colas de quienes aspiran a una vivienda a través del Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU); apurar la construcción de establecimientos escolares; mejorar la infraestructura carcelaria; desarrollar planes de energía alternativa, y un gran etcétera.
Así están las cosas. Lo concreto es que el balón se encuentra en el campo de la señora Presidenta.