El blog de Wilson Tapia Villalobos

Wilson Tapia Villalobos, Periodista, Director de la Escuela de Periodismo, Universidad La República.

miércoles, enero 24, 2007

EL VALOR DE LOS VALORES

(24.1.07)
Por Wilson Tapia Villalobos

La frase valor moral ocupa hoy un lugar destacado en nuestro léxico. Lo valórico se ha transformado en tema de discusión política. Puede que no sea más que una moda. Que dure lo que el suspiro virtual mantiene en el aire la fama de una cara televisiva. Es posible, pero la necesidad de abordar el tema es real. Ahora habrá que ver si quienes aspiran a ser nuestros dirigentes son capaces de estar a la altura de las circunstancias.
¿Qué es lo valórico? En la acepción corriente, el campo que abarca es amplio. Sus márgenes están delimitados por lo moral. Y eso significa que es lo que perfecciona al ser humano. Se lo identifica con el bien, con lo perfecto, con lo valioso. Y es aquí donde se encuentra uno de sus pilares más fuertes. Lo que se contrapone a lo valórico es el mal, lo imperfecto, lo depreciado. De allí su gran importancia. Y eso explica también que aquellos que creen poseer la verdad intenten escudarse en lo valórico para imponer sus puntos de vista.
En Chile ronda desde hace tiempo esta discusión. En varias oportunidades ha surgido en el seno de la coalición de gobierno, la Concertación de Partidos por la Democracia. Entre otras razones, porque los valores morales tienen que ver con comportamientos sociales. Y éstos van variando de acuerdo a distintos factores, como usos y costumbres, que se generan por la presión de la vida en sociedad que se encuentra en constante mutación. Hoy, el concepto Libertad es el mismo que en la revolución francesa. Pero el valor moral que ella encierra es diferente. Y lo mismo podría decir que muchos otros valores que han ido experimentando mutaciones a medida que el conocimiento avanza y que la sociedad soporta más complicaciones en su desarrollo.
En la Concertación conviven a lo menos dos visiones de mundo. Una marcada por la visión de la Iglesia Católica y otra que responde a una concepción laica. El paso del tiempo en el poder y una crisis objetiva en el plano de los valores, han hecho aflorar las diferencias. Y hoy se enfrentan por temas puntuales como el aborto terapéutico o “la píldora del día después”. Ante ambos temas, la Iglesia Católica esgrime una oposición cerrada. En Chile el aborto terapéutico -que se practica cuando el embarazo pone en peligro la existencia de la madre o la vida del hijo por nacer es inviable- era legal hasta 1989. Pocos meses antes de que se reinstaurara la democracia, la dictadura del general Augusto Pinochet lo prohibió. Y los esfuerzos que se hacen hoy por restablecer su legalidad enfrentan el rechazo tenaz la jerarquía católica y de los parlamentarios que profesan esa fe. Este punto no sólo divide a la Concertación, sino también a otros Partidos. Pero en la coalición gubernamental genera escenarios especialmente complejos, ya que la Democracia Cristiana ni siquiera desearía discutirlo.
La posición del Catolicismo fue muy bien resumida por el presidente de la Conferencia Episcopal, obispo Alejandro Goic. En una entrevista señaló que ningún católico puede apoyar el proyecto sobre el aborto terapéutico. Y fue más allá, al preguntarse: “¿Por qué no son sinceros y dicen: Lo que queremos es el aborto y este es el primer paso?”.
El reparto de la “píldora del día después” no ha tenido mejor suerte. Hoy, las cadenas de farmacias bajo el manejo de empresarios conservadores católicos la sacaron del mercado. Y el Ministerio de Salud enfrenta una oposición cerrada por querer entregarla gratuitamente en sus consultorios a las mujeres que han sido abusadas sexualmente.
El punto es complejo. La sociedad chilena claramente está soportando la presión de un sector que, utilizando la presión de su poder económico, desea imponer sus puntos de vista. Es una mirada intolerante y fundamentalista. Cuando se señala esta realidad, la respuesta que da el obispo Goic es terminante: “Hay personas -dice- que buscan reducir a la Iglesia al ámbito de lo privado, sin ninguna incidencia en la vida (sic). Y eso es grave. La Iglesia tiene el derecho a dar su opinión sobre los grandes temas”. Cuando el obispo habla de “La Iglesia”, se refiere a la Iglesia Católica. Es una precisión necesaria, ya que existen otras confesiones que también tienen la denominación de iglesia. Y en cuanto a sus restantes palabras, es conveniente recordar que la religión es un tema privado. Un tema que, como máximo, puede comprometer a otros integrantes de la misma cofradía. Nada más.
Pero esto no es lo único preocupante. Otro punto central lo tocó el ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle durante la conmemoración de los 25 años de la muerte de su padre. Hablando sobre el tema valórico, Frei Ruiz Tagle llamó la atención acerca de que hay mucha preocupación por la moral sexual y muy poca por la moral social. Una gran verdad.
No se escuchan voces eclesiales ni políticas de resonancia sostenida denunciando la indefensión en que se encuentran grandes segmentos de la población del país. Nada se dice de los abusos a que son sometidos a diario trabajadores y consumidores chilenos. Con justa razón, el ex mandatario hace la denuncia. No hay excusa posible para tal estado de cosas. ¿El sexo es más importante que lo social? ¿O es menos “desestabilizador”?
Lo que está en juego en lo valórico es de gran valor.